el hombre en la encrucijada de Diego Rivera
La Historia
Corría el año 1932, la gran depresión azotaba a los Estados Unidos de Norteamérica, Adolf Hitler se postulaba en elecciones por el partido nacionalista en Alemania. Mientras en México, el recién formado PRN (antecedente directo del PRI) arrojaba sus primeros presidentes; la revolución había terminado, los caudillos habían quedado al mando. León Trotsky terminaba su Historia de la revolución rusa, y la idea de un mundo dirigido por obreros permeaba por doquier, incluso en la elite de artistas.
Es en este escenario donde el industrial John D. Rockefeller contrataría a Diego Rivera para realizar un mural en el vestíbulo principal de un ambicioso proyecto llamado Rockefeller center en la cosmopolita quinta avenida de la ciudad de Nueva York. El conjunto arquitectónico se proyectaba como el nuevo emblema del mundo capitalista; paradójicamente Rivera había pertenecido por muchos años a las filas del partido comunista mexicano. Sin embargo, a pesar de las diferencias ideológicas, se pacta el contrato en la suma de 21,000 dlls, y se inician los trabajos de lo que sería el mural llamado El hombre en la encrucijada.
Diego no perdió la oportunidad estando en las lineas del enemigo para atacarlo desde dentro, contrario a los bocetos iniciales agrega la figura de Lenin en el mural, uniéndosele a las representaciones de Trotsky y de Marx en la obra. Además, Rivera tiene el fino detalle de pintarse entre ellos a manera de autorretrato político. La bomba no tardó en estallar; la multimillonaria familia Rockefeller indignada por el acto manda suspender la obra, además cancela el contrato con el artista. Tras una serie de marchas de la comunidad intelectual en Nueva York, así como por la presión de la prensa internacional, la familia indemniza al pintor mexicano. Sin embargo, mandan destruir a la brevedad el infame mural.
Afortunadamente para la perduración de la obra, el proceso de ejecución del mural había sido filmado, lo cual permite que Diego regrese a la capital mexicana, específicamente al tercer piso del palacio de Bellas Artes, y sea allí donde logre recrear el polémico mural, ahora rebautizado como El hombre controlador del universo. El mural sufrió algunas alteraciones, algunas de ellas decarácter personal, como la aparición de la señora Rockefeller de la mano de una prostituta.
El Mural
La composición de la obra es un ejercicio simétrico comparativo, podríamos llamarlo dialéctico en términos marxista. Un hombre blanco se presenta en el centro, en sus manos están las herramientas de la ciencia y la tecnología que aluden indudablemente a su capacidad de control y manejo del mundo con miras al futuro. La tensión de la obra estalla cuando observamos la necesidad de elegir en un mundo bipolar; del lado izquierdo del mural observamos símbolos claros del mundo capitalista, según la mirada del pintor, como lo son: la policía represora, la fuerza de la religión en la estructura social, la clase burguesa, laenajenación de la juventud, la fe ciega en las teorías científicas y la guerra química.
Por la otra parte, en el lado derecho de la obra aparece el otro mundo, el del comunismo, un mundo en el que podemos adivinar confía el autor. Es aquí donde encontramos a Lenin uniendo las manos de los obreros, distinguimos también la misma figura que representa a la religión en el otro costado, pero en esta ocasión decapitada. El pueblo organizado aparece en la parte superior del mural, marchando por su derecho a gobernarse.
Es pues la obra de Diego Rivera el retrato de un mundo de entreguerras que comienza a radicalizar sus posturas político-económicas. Además de la internacionalización de una clara ola de arte propagandístico nacida en México conocida como movimiento muralista.
En el mural la geometría funciona tanto de manera ortogonal como axial, por lo que el equilibrio compositivo está asegurado, aun a pesar de la multitud de elementos que contiene la obra. Los colores son estridentes, sin lugar a dudas en una búsqueda de identidad por parte del autor; una mirada rápida puede recordarnos los textiles precolombinos o las fachadas multicolores de los pueblos mexicanos; sin embargo es el aire sombrío la atmosfera imperante. Una era post industrial y apocalíptica es descrita con violencia por Rivera.
El hombre controlador del universo es un hito en el arte, es una pieza clave en el entendimiento del arte como hecho subversivo, como acto político, alejándose todo lo posible de las pretensiosas vanguardias del siglo XX, plagadas de burgueses con juegos intelectuales y abstractos
Es con esta obra que Diego Rivera, al igual que Pancho Villa, escribiría en los libros de Historia su nombre al entrar en las líneas enemigas para hacerlas arder. Si Villa usaba las pistolas, Diego se vale del pincel y del impulso creativo.